NES BUDANO, poesía en estado sólido.
Crear supone apoderarse de una fracción del mundo. El material exige una pulseada con los límites, un juego de tensión hasta extraer, de la resistencia; plasticidad.
Cuando esa tarea se emprende desde una búsqueda poética no solo ocurre la belleza de las formas: la imagen, el volumen, los detalles.
Son atravesados por otra luz y la pieza se nos presenta como un objeto de significado.
Nes Budano lo consigue mediante su oficio y su pasión. Encontramos dos líneas en su obra y es como si lo humano nos interpelara en dos lenguas.
Por un lado, Los Bichos, realizados con chapa batida y rezagos industriales. Estos animales, que no están hechos para ser acariciados, imponen su ironía: vienen del material que sobró o se desechó, pero vienen para reconocer la crueldad de las cosas útiles a las que no pertenecen. Mascotas salvajes que denuncian el crimen de la producción, la dilución del sujeto en las propias formas que ha creado.
Por otro lado, los Hierros Directos, verdaderas escenas que se desarrollan en torno a una figura que adquiere la dimensión de personaje. Los objetos que lo rodean hacen del mismo una presencia inquietante en estado de alerta, en estado de falta.
Estas esculturas hablan del abandono, la soledad, el miedo, la espera, la búsqueda del sentido, y lo hacen con la ferocidad de las grandes obras: incluyendo al espectador como víctima y como testigo.
Hacer escultura es poner un cuerpo entre los cuerpos. Nes Budano nos fija ante la fragilidad que nos constituye. Sus obras parecen respirar nuestro smog, soñar los mismos verdes, llorar los largos inviernos.
El cuerpo del personaje, el cuerpo del bicho, acaba siendo un desplazamiento tenue de nuestros cuerpos.
Nes elige magistralmente qué exaltar y qué invisibilizar como si aquello impreciso que nos despierta por las noches pudiera decirse en el lenguaje del hierro.
Yanina Audisio.