Nace en Capital Federal. Cursa la carrera de artes plásticas en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano.
"Las pinturas de Fernando Narciso López muestran a un artista temperamental.
Pinta lo que siente, como lo siente. Por eso advertimos en ellas tratamientos diversos y cambiantes. Desde climas serenos y apacibles hasta improntas gestuales tempestuosas."
Fermín Fèvre
Crítico de Arte
“La gran ciudad nerviosa, hasta la calma e indolencia de los arrabales pasan alternativamente por sus logradas creaciones.
Paisajes urbanos y suburbanos, fábricas, enormes e ignotos edificios, galpones abandonados, muros, empalizadas, el tango, el bandoneón acuden como excusas para este artista”
Francisco Mércuri
Artista Plástico
“Pintor de Buenos Aires, pintor urbano que siente y ama su ciudad su experiencia como escenógrafo en teatro y televisión lo habilita para el planteo de sus temas en grandes planos que se distribuyen con maestría, equilibrando líneas y colores armónicamente"
María Elena Leopardo
Prof. De Artes Visuales
"Fernando López esta poseído por un espíritu de trazo justo y pincelada desconcertante. Podría afirmar que en el interior de este hombre de apariencia simple que camino todas las calles y se entrometió en los recovecos a la vuelta de cada esquina, acecha un ser sediento de imágenes propias. El otro López que cada tanto sacude la rutina del López cotidiano al que le brotan convulsiones de puro arte. Así es como quien no quiere la cosa va construyendo una obra, este López, che.
López es un anarquista que lo hace. Un adicto al libro de los que consume unas cien páginas diarias de ediciones obtenidas durante su viciosa incursión a las entrañas de librerías de viejo en las que descubre tesoros medios ocultos en las bateas. Se pone triste por tristezas ajenas. Insiste en comprender a los incomprensibles. Es un ejemplo de amistad.
Ahora que lo pienso a López, creo que probablemente el López cotidiano se trate en realidad de un espíritu diferente poseído por un hombre simple. Que el artista es su legítima presencia. Así es posible explicar cómo es que López logra convertir la tinta, en cualquiera de sus químicas y espesuras, en una ventana inquietante con vista a un paisaje urbano de profundidad contundente. El talento con el que supera la ausencia de callos que los pinceles hacen en los dedos de los pintores consecuentes. El gesto con el que manipula los instrumentos de la plástica. Ese extraño brillo en los ojos que escrutan.
Con cierto espanto podría afirmar que López no se ve reflejado en los espejos, ya esta poseído por otro reflejo, el de las imágenes que solo él puede ver; sin dejar de ser un hombre simple.
Fernando Almirón
Periodista