Una artista podría prescindir de pinceles, tal vez de una espátula o de elementos diarios de su oficio; posiblemente sí, pero usaría la imaginación fructífera que hay en ella y salvaría el momento, la situación.
Lo que no podría Gloria Tarsia es prescindir del color. Sin embargo, si hiciéramos una abstracción de él y sus trabajos se tornarán monocromos, su pintura tendría la misma armonía, ya que la forma se sostiene de manera totémica en la superficie del soporte.
Su convergencia de formas logra transmitir un planteo emocional que supera lo meramente colorido reflejando que la dualidad curva-recta, con poco oxígeno rodeando el plano, comunique una tercera dimensión emocional que resalta un sentir plástico y agresivo, manteniendo un indispensable equilibrio.
Pero Gloria Tarsia usa el color y lo hace con el desenfado de quien maneja las paletas con dinamismo, con la soltura que le da el oficio y el talento de atreverse a todo para transmitir en su búsqueda personal lo profundo de su pensamiento conceptual.
Mario Restaino